Cómo reconocer el maltrato en las relaciones BDSM
- Hermes Solenzol
- 18 feb
- 12 Min. de lectura
Cosas que definen los límites entre el BDSM y el abuso

Uno de los temas clave en el mundo del BDSM ha sido siempre cómo distinguir una relación BDSM sana de una basada en el abuso y la explotación.
Para ello, en los años 80 se llegó a un acuerdo basado en los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC). En líneas generales, esto quiere decir que no debe producirse lesiones físicas graves (“seguro”), que no debe haber daño psicológico ni manipulación emocional (“sensato”) y que todo lo que ocurre se realiza con el consentimiento de los participantes (“consensual”).
Más tarde se establecieron otros parámetros como “Risk Aware Consensual Kink” (RACK), traducido al español como “riesgo asumido y consensuado en sexualidad alternativa” (RACSA), que, en mi opinión, carecen la simplicidad del SSC.
No voy a hablar aquí de la violación y el abuso sexual realizados con el uso descarado de la coacción y la violencia, sino de formas más sutiles de maltrato que se basan en la manipulación mental y que, precisamente por eso, pueden resultar más dañinas.
El abuso en relaciones vainilla y BDSM
A menudo, el maltrato dentro del BDSM no es muy distinto del que se da en relaciones vainilla. No hay evidencia de que sea más frecuente.
Sin embargo, es verdad que, por su propia naturaleza, el BDSM facilita el maltrato.
En primer lugar, hay una serie de mitos dentro de la cultura BDSM que dificultan el reconocimiento de la situación de maltrato. Ahí van algunos ejemplos:
Que la dominación y la sumisión tienen valor por sí mismos.
Que un verdadero sumiso debe obedecer al dominante sin cuestionarlo.
Que los límites están hechos para ser superados.
Que toda relación BDSM debe progresar hasta el 24/7 o el no consentimiento consensuado.
En segundo lugar, la falta de aceptación del BDSM por la sociedad dificulta que las víctimas puedan denunciar el maltrato, pues para hacerlo deberán revelarse como participantes en esas ‘perversiones’ y exponerse a ser doblemente victimizados por ello.
En tercer lugar, hay quien intenta etiquetar las relaciones BDSM saludables como abusivas por razones ideológicas, que van desde el conservadurismo hasta el feminismo radical.
Por estas razones, creo que es crucial hablar de las diferentes maneras en que el BDSM puede usarse como pretexto para el abuso, el control emocional y la explotación.
Mi lista de problemas
Con el ánimo de alertar a potenciales víctimas y de llamar la atención sobre el tema al colectivo BDSM, he confeccionado una lista de los síntomas que potencialmente pueden conducir a situaciones de abuso amparadas en un falso BDSM.
Esta lista no pretende ser ni mucho menos exhaustiva y se basa en mis observaciones personales y en los comentarios que he ido leyendo por internet. Por lo tanto, debe considerarse sujeta a discusión y como un proyecto en curso. El que una persona haga una o dos de estas cosas quizás no sea causa de alarma, pero varias juntas deben encender la luz roja.
En la medida de lo posible, he usado un lenguaje de género neutro. Aunque estadísticamente es más frecuente que el abusador sea hombre y la víctima mujer, el maltrato puede ocurrir en todo tipo de combinaciones de género. También hablo de personas dominantes y sumisas, lo que implica una relación de dominación/sumisión, pero el maltrato también puede darse en relaciones sadomasoquistas y otras formas de kink.
Celos y posesividad
La posesividad y los celos suelen formar el núcleo central del maltrato, su fuente de origen. Muchos casos de violencia de pareja, incluso asesinatos, están motivados por ellos.
Los celos son una emoción normal que casi todo el mundo siente en un momento u otro. Lo que no es normal es que los celos se conviertan en una sospecha continua, en algo que influye en todas las cosas que se hacen.
La dominación-sumisión constituye una tapadera perfecta para las relaciones posesivas porque normaliza el control por parte de uno de los miembros de la pareja y la entrega total por parte del otro. Por lo tanto, la diferencia entre una relación D/s sana y una abusiva puede ser difícil de distinguir para quien la ve desde fuera.
La clave puede estar en cómo reacciona la persona dominante a las amistades y al entorno social de la persona sumisa. La sospecha continua y el uso de la dominación como excusa para un control exagerado sobre la mayoría de los aspectos de la vida deben ser señales de advertencia. Por ejemplo, exigir acceso a tu teléfono móvil es una señal de control injustificado e intrusión en tu privacidad.
En el contexto específico del BDSM, un abusador buscará eludir el SSC y subvertir las prácticas BDSM para lograr un control emocional. Esta es la característica común de los siguientes puntos.
No respetar tus límites
En el BDSM, los límites son uno de los instrumentos para asegurar el consentimiento. Se trata de cosas que una persona (sumisa o dominante) se niega a hacer. Se suelen establecen en una negociación previa a la sesión.
Algunas personas diferencian entre límites duros y blandos. Los primeros deben respetarse siempre, mientras que los segundos son algo que la persona sumisa puede estar dispuesta a superar en el futuro o en circunstancias especiales.
Un dominante abusivo puede considerar los límites como un desafío personal y ponerse socavarlos o simplemente romperlos directamente. Esto a menudo se racionaliza como que la persona sumisa necesita ‘crecer’ para experimentar el BDSM plenamente.
En realidad, el maltratador ve tus límites como un impedimento para el control absoluto que quiere ejercer sobre ti. Considerará el superar de tus límites como un triunfo personal.
Negarse a tener una palabra de seguridad
La primera pista que suelen dar muchos maltratadores en el mundo BDSM es que objetan al uso de la palabra de seguridad. Es lógico que lo hagan, pues la palabra de seguridad es la mejor herramienta de la que dispone la persona sumisa para asegurarse de que se respeta su consentimiento en todo momento.
La palabra de seguridad la utiliza la persona sumisa para detener el juego cuando algo sale mal. Complementa los límites al proporcionar una forma de objetar frente a algo inesperado.
A algunos practicantes de BDSM no les gusta utilizar una palabra de seguridad porque tienen otras formas de comunicarse cuando hay un problema. Algunas relaciones D/s pueden evolucionar con el tiempo hasta una forma extrema en la que la persona sumisa es capaz de entregarse a la dominante con tanta confianza que ya no es necesaria una palabra de seguridad. Los abusadores se aprovechan de esta controversia en torno a las palabras de seguridad para disuadirnos de utilizarlas.
Otra estrategia del maltratador es aceptar utilizar una palabra de seguridad, pero dejando en claro que la persona sumisa será castigada por utilizarla. El castigo puede consistir en detener la escena y negarse a volver a ella, lo que es innecesario a menos que el sumiso lo pida. La persona dominante también puede volverse cruel, pasiva-agresiva o enfadada. En casos extremos, puede rechazar a la persona sumisa.
Establecer una relación BDSM extrema desde el principio
Normalmente, el BDSM se practica en ‘sesiones’: periodos de juego que duran unas horas, tras los cuales los participantes abandonan sus roles y vuelve a una interacción igualitaria.
Algunas parejas desarrollan un deseo tan profundo por el kink que, después de un tiempo, deciden practicarlo a tiempo completo. Para ellas, ser dominante o sumiso deja de ser un rol que adoptan por un tiempo limitado y se convierte en una parte esencial de su relación.
Otra forma extrema de D/s es el ‘no consentimiento consensuado’, en el que la persona sumisa acepta soportar cualquier cosa que la persona dominante decida, como un acto de completa rendición.
Para maximizar su control, los maltratadores suelen intentar escalar rápidamente las relaciones a 24/7 o a no consentimiento consensual. Esto se racionaliza con el mito de que este tipo de relaciones son la forma más auténtica de BDSM, o que son de alguna manera más deseables porque le proporcionarían a la persona sumisa más satisfacción o más prestigio en la comunidad BDSM.
La realidad es bien distinta. El 24/7 y el no consentimiento consensual se alcanzan después de que una pareja haya pasado por una larga evolución en su práctica. Nunca se adoptan a la ligera.
Otra diferencia es que el 24/7 se practica con mayor frecuencia en parejas monógamas con un fuerte compromiso, mientras que un maltratador puede intentar imponer el 24/7 a múltiples personas simultáneamente, creando lo que se llama un establo de sumisos. Por supuesto, el poliamor es muy común en el BDSM. Lo que no es común son las relaciones de dominación/sumisión 24/7 con múltiples personas.
Una relación honesta 24/7 es muy exigente para los dominantes, que tienen que interactuar continuamente con los sumisos para darles algo a cambio de su entrega. Los maltratadores, sin embargo, descuidarán a la persona sumisa una vez que hayan obtenido el control y la exclusividad que buscan.
Secretos
Un maltratador te exigirá enseguida que guardes meticuloso secreto sobre todo lo que pase entre vosotros, quizás con la excusa de proteger tu privacidad, o bajo el miedo de que tus familiares y amigos no entiendan tu relación BDSM. Eso te privará de la posibilidad de buscar consejo y contrastar lo que te hace con lo que hacen otras parejas o la comunidad BDSM.
Es normal que algunas cosas íntimas queden en privado, pero el excesivo secretismo debe ser una señal de alerta.
Exageraciones y mentiras
Los maltratadores no suelen ser personas honestas, sino que viven rodeados de una espesa red de exageraciones, verdades a medias y mentiras. Eso suele tener la función de presentarlos como algo que no son en realidad y proteger su ego.
Te harán creer que son atractivos y en gran demanda, así que has tenido una gran suerte en que te haya elegido y que perderás mucho si te deja.
Todo esto nace de la baja autoestima y la inseguridad que son el origen del comportamiento manipulador, que se compensa con un ego hipertrofiado que necesita ser apuntalado en todo momento.
Fomentar la mentira y otras malas conductas
Eventualmente, un maltratador intentará convertirte en cómplice de sus mentiras.
Es muy fácil pasar de pedirte que guardes un secreto a obligarte a mentir para protegerlo.
El maltratador también puede pedirte tu colaboración para abusar de otras personas. De esta forma, te hará sentir especial, que has pasado a formar parte de su círculo íntimo, a diferencia de todos esos pobres sumisos que ansían la atención que tú ya tienes.
Si esto te hace sentir culpa y vergüenza, eso puede servir para animarte a aceptar las racionalizaciones del abusador. De esta manera, tu propia mala conducta hará que te veas más atrapado en la red de mentiras y el narcisismo del maltratador.
Provocarte culpa y vergüenza
El peor maltratador es el que usa métodos de manipulación psicológica para controlarte.
Una de las formas más eficaces de hacerlo es a través de la vergüenza y la culpa, porque son emociones poderosas susceptibles de ser usadas para el control psicológico.
Una táctica común de los maltratadores es hacerse la víctima, especialmente si estás intentando dejarlos. Te dirán que has herido sus sentimientos y que eres cruel. Si te disculpas, como lo haría la mayoría de las personas, esto solo servirá para iniciar una dinámica en la que tendrás que expiar continuamente tus faltas.
Te encuentras constantemente a la defensiva.
Tu comportamiento siempre es cuestionado, pero nunca el de ellos.
Por supuesto, esto puede suceder en las relaciones tradicionales, pero en el BDSM existe el elemento adicional de que se supone que debes entregarte por completo al dominante. La sumisión se convierte en una obligación, algo que define tu valor como persona, en lugar de ser una elección que haces por tus propios motivos.
Consumo de drogas
En la comunidad BDSM, existe la creencia generalizada de que se debe evitar el consumo de drogas en una sesión BDSM. Personalmente, hago una excepción con el consumo de cannabis por parte de sumisas que conozco bien, porque esto mejora su experiencia. Aun así, creo que los dominantes deben abstenerse de consumir drogas y alcohol antes o durante una sesión, porque necesitan una mente despejada para garantizar la seguridad y el consentimiento.
Una persona sumisa que está borracha o bajo el efecto de la droga es incapaz de dar su consentimiento y procesar adecuadamente las sensaciones de dolor y las emociones intensas. Esto es particularmente cierto en el caso de los opioides y las drogas estimulantes como la cocaína y las anfetaminas.
Huelga decir que inducir a una persona sumisa a tomar drogas es una forma fácil para que un maltratador obtenga un control total sobre ella, al disminuir su pensamiento crítico y debilitar su voluntad.
Ataques y faltas de respeto a otras personas
“Si quieres saber cómo te tratará tu novio, mira cómo trata a su madre”, dice el saber popular.
Si ves que tu dominante es una persona violenta y agresiva, que le falta al respeto a completos desconocidos por cualquier nimiedad, que empieza peleas de tráfico, en los bares o en los foros de internet, ¿qué te hace pensar que va a comportarse de forma distinta contigo en la intimidad?
En el BDSM, el infligir dolor o el dar órdenes deben realizarse sin ira. El dominante debe estar en un estado de autocontrol todo el tiempo. De lo contrario, una sesión puede derivar en abuso antes de que te des cuenta de lo que está sucediendo.
Aislamiento social
El aislamiento social es una técnica muy utilizada por las sectas. Te convencen de que tu familia y amigos no son buenos para ti, de que son los culpables de todos tus problemas.
Los dominantes celosos pueden utilizar el mismo método, primero, ordenándote que rompas con tus amigos y, segundo, rodeándote de sus amigos. De esta manera, integrarte en el entorno social del maltratador te priva del referente de personas que te puedan aconsejar, poniéndote en una situación de vulnerabilidad psicológica.
Los maltratadores sofisticados se alían con personas que piensan y actúan como ellos. Confirman mutuamente sus mentiras e incluso pueden organizar elaborados esquemas de luz de gas (gaslighting), una técnica de manipulación que consiste en hacerte dudar de tu lucidez.
En grupo, los maltratadores cultivan creencias colectivas que justifican la conducta abusiva.
Se impone la ley del rebaño y nadie se atreve a romper la disciplina y la lealtad al grupo, aún enfrentados a situaciones moralmente repugnantes.
Tomar control de tu vida
Lo peor que puede hacer un maltratador es tomar el control de tu dinero, trabajo, vivienda, etc.
El irte a vivir con tu dominante puede ser una gran tentación. O dejar que te apoye económicamente o que use sus conexiones para conseguirte un buen trabajo. Especialmente si el dominante es rico y tu situación financiera no es buena.
Puede que hayas fantaseado con encontrar a tu propio Christian Grey, un poderoso macho alfa que te envolverá por completo con su asombroso poder, brindándote seguridad y protección para siempre. Esta es la fantasía promovida por 50 sombras de Grey y otras innumerables novelas románticas.
Sin embargo, éste puede ser el mayor error de todos. No solo aumentaría tu aislamiento social, sino que, una vez que tenga el control de tus finanzas y medios de vida, el romper con tu dominante puede volverse imposible. Eso requeriría mucha ayuda de amigos y familiares. Pero, si tu dominante ha logrado destruir tu relación con ellos, ¿qué vas a hacer?
¿Es malicia o ignorancia?
Hoy en día está de moda dividir a las personas entre maltratadores y víctimas.
Los maltratadores son personas malvadas que no tienen solución y que deben ser evitadas a toda costa y condenadas al ostracismo. Las víctimas son almas inocentes a las que siempre se debe creer y proteger.
Lamentablemente, la vida es mucho más complicada.
Sí, hay depredadores que no tienen escrúpulos, son egoístas y están llenos de malas intenciones. Sin embargo, también hay personas mal informadas, inconscientemente posesivas, celosas y que actúan sin reflexionar. Y esto se aplica tanto a personas dominantes como sumisas.
Al igual que las personas dominantes pueden volverse excesivamente controladoras y explotadoras, las personas sumisas pueden meterse en un tipo de relación para la que no están preparadas, ya sea una relación 24/7, sin consentimiento, o una situación de convivencia o de dependencia financiera.
Es decir, las relaciones BDSM no saludables pueden surgir más por ignorancia que por malicia.
No hay que ver las cosas en términos de blanco y negro, bueno y malo. Sí, hay maltratadores imposibles de reformar. Pero también hay personas confundidas, ignorantes, con actitudes emocionales malsanas, o que han asumido mitos sin darse cuenta de sus consecuencias. Estos últimos se alegrarán a la larga de ser educados en cómo practicar el BDSM de forma segura, sensata y consensual.
¿Qué hacer cuando se detectan estos signos?
Si la relación está empezando y las señales son claras, lo mejor es cortarla lo antes posible.
Sin embargo, el romper no es siempre la mejor opción. Hay relaciones que merecen la pena ser rescatadas.
En ese caso, mi consejo sería limitar la relación hasta que puedan establecerse parámetros más seguros:
Cambiar la sumisión a tiempo completo (24/7) por juego por sesiones.
Establecer límites claros y una palabra de seguridad.
Que la persona sumisa retome el control sobre su vida y sus relaciones.
Que la persona dominante reflexiones sobre analice su actitud y sus motivos.
Lo importante es darse cuenta de que las formas extremas de BDSM son increíblemente poderosas y embriagadoras. Pueden conducir fácilmente a la dependencia psicológica, al socavar la autoestima.
Es difícil hablar de estas cosas sin alimentar las narrativas de aquellos que buscan condenar el BDSM. Por ello, hace falta enfatizar que las relaciones 24/7 y el no-consentimiento consensuado son formas legítimas de BDSM, que pueden ser practicadas de forma segura sin caer en el maltrato. Pueden ser experiencias sumamente enriquecedoras. Lo que no se debe hacer es ponerse a practicarlas cuando no se tiene la experiencia adecuada. Mi consejo es hacerlas sólo después de varios años de practicar el BDSM en sesiones.
Lee sobre el BDSM, participa en una comunidad kinky, haz amigos en ella, busca un mentor que no sea tu dominante y estate siempre alerta sobre aquellos que buscan usar el BDSM para explotar y controlar.
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